Enseñá por Argentina presentó su primer libro "El cambio empieza en el aula", con el objetivo de continuar difundiendo su misión de transformar la realidad educativa del país.
En él se aborda la problemática de la educación argentina y reúne las experiencias de doce "PExAS" (Profesionales de Enseñá por Argentina), contadas en primera persona.
Se busca que estos testimonios inspiren a muchas personas a comprometerse con la educación del país.
En este sentido, Futuro Sustentable habló con Milagros Noriega, Asistente de Formación y
Alumni de Enseñá por Argentina sobre su experiencia como profesora del programa de dos años de duración.
¿Cómo fue
tu experiencia en el trabajo con las escuelas?
Conocí Enseñá
por Argentina en el año 2011 a través de internet, en una búsqueda de Zona
Jobs. En ese momento no estaba tan consolidado para los medios y fue una
experiencia muy intensa, porque fue conocer el programa, sus raíces. A penas
había habido una sola camada de profesores
trabajando en los colegios. Yo formé parte de la segunda. El trabajo de
dos años para mí fue una experiencia transformadora en todo sentido.
¿Cuál fue
tus primeros trabajos en estas escuelas?
Yo trabajé
en el Santo Domingo Savio de San Isidrio y en San Pedro Claver en Tigre en Ricardo
Rojas, como profesora de lengua, literatura y filosofía. Tenía una carga
horaria bastante completa, tenía siete cursos y les daba clases a alumnos desde
tercer año hasta sexto año del secundario, es decir un rango de 14 hasta 17 o
18 años. Fue una experiencia muy enriquecedora, para mí fue como una cachetada
a mi vida porque era mi primer trabajo con compromiso social, que de hecho yo
nunca había realizado voluntariados y lo que me gustaba de Enseñá por Argentina
es que estaba comprometida socialmente con algo, pero desde mi trabajo como profesional.
Para mí eso tenía un valor agregado muy importante. También fue aprender
muchísimas cosas, porque fue encontrarme con un contexto nuevo, muchas
historias, ponerle caras y nombres a gente que realmente tiene necesidades y yo
quería que pudieran tener las mismas oportunidades que había tenido yo y que
esas oportunidades se dieran a través de la educación.
¿Cómo te
recibieron los chicos, ya que vos no eras parte del staff del colegio, sino que
fuiste a ocupar un lugar que estaba vacante?
El
recibimiento es todo un proceso. Cualquier alumno de cualquier colegio a un
profesor nuevo lo recibe ciertamente reacio porque es un nuevo profesor y sobre
todo si es nuevo en la institución. Fue muy difícil al principio pero también
fue muy cálido después. Hubo un giro en la relación que yo tenía con mis
alumnos que no me imaginé que pasaría, porque al principio fue un desafío muy
grande. De un año a otro hubo un cambio, fue sentirme como una más del colegio.
Eso te da una satisfacción muy grande, porque creo que es un trabajo que tiene
una demanda de tiempo que no lo tiene cualquier otro trabajo, porque el
profesor planifica, corrige, se interesa por sus alumnos, se queda más tiempo
en el colegio para hablar con ellos, si tiene que ir al barrio, va, si tiene
que tocar la puerta a una mamá para hablar con su hijo lo hace.
Para mí el
cambio en una buena educación empieza en el aula pero no termina ahí. Hay un
trabajo por fuera y de tiempo que si uno es dedicado y tiene vocación realmente
suma muchísimo. Yo admiro a la gente que está muchos años en la docencia con
vocación.
¿Cómo era
el vínculo con tus pares?
Aprendía
mucho de ellos. El hecho de venir de una ONG generaba ciertas inquietudes, les
daba mucha intriga, entonces sí llevó mucho tiempo de sentarse, hablarlo,
dialogarlo, contarles y después la relación fluye, porque te ven que tenes
ganas, que queres hacer cosas por los chicos y el compromiso está a flor de
piel. No es que estoy acá porque estoy de paso o porque me interesa
profesionalizarme y después me voy. Sino que yo entrego dos años de mi vida con lo
mejor que pueda dar, me quede o me vaya.
¿Qué le aconsejarías a una persona que quiere estar en Enseñá por
Argentina?
Primero ya
vas a haber tenido dos años de tu vida, donde vas a haber hecho algo por los
demás, por la sociedad y por el país. Eso me parece fundamental y no lo logré
nunca en otro trabajo. Si bien cualquier profesión que tengas puede tener una
veta social, dejar una huella en la educación y en la vida de un alumno es re
importante, porque nosotros en la vida nos marcan pocas cosas: los padres, y
sino un profesor. La figura del profesor es muy importante. Yo les diría que
hay que animarse porque son dos años que se pasan muy rápido y podes hacer una
cantidad de cosas que no te imaginaste. Y además uno puede resignar lo que
hace, de lo que se recibió para dar algo por los demás dos años, que no es
tanto. Es un desafío muy intenso, pero no es nada. Yo miro para atrás y lo
vuelvo a hacer. Me reconforta y deja un impacto en uno mismo que no se borra.
Yo no sé si transformé la vida de algún alumno, ojalá que sí, pero hice mi
aporte y eso me transformó mucho a mí, porque la visión que yo tengo de las
cosas y lo que busco en mí país o la necesidad de estar comprometida con algo
no se me va.